7. El libro blanco de la educación en España: la introducción de nuevos mecanismos de promoción del profesorado

 


Allá por el año 2015 el entonces gobierno del PP encargó al profesor de secundaria y filósofo José Antonio Marina la elaboración de un libro blanco con propuestas para la reforma de la educación en España.

La idea del libro blanco era la de señalar una serie de carencias que se habían detectado en el sistema educativo y proponer una serie de reformas destinadas a mejorar el desempeño del sistema educativo español en los informes internacionales sobre educación.

En el libro blanco se contenían 17 propuestas de mejora para la educación en España. En esta entrada del blog me voy a centrar en analizar la propuesta número 10 que hacía referencia a nuevos mecanismos para determinar la promoción (no sólo salarial) del profesorado de enseñanzas medias.

La propuesta partía de la tesis de que la promoción del profesorado no podía seguir dependiendo en exclusiva del criterio de la antigüedad ya que esto conducía a disfuncionalidades en el propio sistema educativo, entre ellos el de desmotivar la propia innovación docente.

La propuesta de Marina consistía en incluir una serie de criterios claros y trasparentes para la evaluación del desempeño de la labor docente que no se vieran obstaculizados por un exceso de burocracia.

Marian proponía valorar el portfolio docente, es decir aquella formación reglada y no reglada aportada por cada docente y que tenía traducción en un mejor desempeño docente según la valoración de una comisión de evaluación docente de carácter independiente.

Por otro lado, Marina proponía también vincular la promoción docente con los resultados obtenidos por el alumnado en el desempeño de destrezas educativas básicas. 

Respecto a estos dos criterios poco se puede criticar ciertamente, ya que se trata de dos medidas a todas luces necesarias y adecuadas para valorar la labor de los docentes. 

Más cuestionable, a mi entender, es la introducción del criterio de la observación en las aulas, ya que esta medida constituye una intromisión en la labor del docente en el aula y además puede constituir un cierto menoscabo a su libertad de cátedra que ,si bien no es tan amplia en la enseñanza media como lo es en la universitaria,  es un derecho constitucionalmente reconocido en el artículo 20. 

El objetivo último de la propuesta de José Antonio Marina es la de constituir un cuerpo de funcionarios docentes en educación altamente motivados y con una clara vocación por la docencia, a la manera que ocurre en algunos países como Singapur que él cita como ejemplo a seguir.

Este objetivo de la propuesta de José Antonio Marina suscita una última reflexión: ¿es necesario que los docentes ejerzan su actividad de una manera vocacional o es más que suficiente que lo hagan con profesionalidad?

Resulta curioso como un kantiano como es Marina apele a un criterio no deontológico, sino puramente psicológico, como es el de la motivación para fundamentar en último término la obligación de todo docente de enseñar de la mejor manera posible.

A mi juicio es preferible tener un docente profesionalizado que un docente vocacional, pues como dice el refranero popular "el infierno está empedrado de buenas intenciones".

¿Qué os parece a vosotros la propuesta "vocacional" de José Antonio Marina?

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