18. Mi tutor ideal

 




Un tutor en jardinería es un instrumento del que se hace uso para facilitar un crecimiento armónico de las plantas. Dicho término pasó al ámbito de la educación para describir a aquel profesor que tiene encomendada la tarea específica y sistemática, concretada en un tiempo y en un espacio, de dedicar una atención personalizada a un estudiante o un grupo de estudiantes (Álvarez y Bisquerra, 1996).

La labor del tutor está muy vinculada a la idea de que la educación debería no sólo trasmitir saberes sino también fomentar la adquisición de una formación integral por parte del alumnado. Con la tutoría se trata de proporcionar asesoramiento a los alumnos a la hora de acometer dificultades, tanto individuales como grupales, de facilitar una adecuada interacción entre los miembros de la comunidad educativa o la de reforzar aquellas áreas del aprendizaje donde se observa algún tipo de dificultad. 

Mientras que la tutoría desempeña un lugar capital en el desarrollo de la ESO, no ocurre lo mismo en el caso del Bachillerato donde se ha eliminado con la entrada en vigor de la LOMLOE.

Como una forma de rechazar tan arbitraria decisión del legislador, en esta entrada me voy a centrar en destacar las diez características, que según mi particular punto de vista, debería poseer todo buen tutor o tutora.

  1. El tutor debería ser un gran mentor. Méntor en la mitología griega es un noble compañero de Odiseo, al que este encarga que vele de su hijo Telémaco mientras el famoso héroe griego se ausenta de Ítaca para acudir a la guerra de Troya.  Este término ha pasado a la lengua castellana para designar a un consejero sabio y prudente. Desde mi punto de vista, la adolescencia es un periodo especialmente problemático que se caracteriza por la existencia de una fuerte crisis de identidad. Ante los cambios cognitivos y morfológicos, muchos adolescentes experimentan una crisis existencial que les lleva a replantease quiénes son y a buscar referentes sobre los que modelizar su propia identidad. Un tutor debería ser un mentor, es decir alguien a quien los estudiantes pueden confiar sus miedos y sus dudas y que les pueda ofrecer sabios y desprejuiciados consejos.
  2. El tutor debería ser alguien confiable,  Esta segunda característica se deriva claramente de la anterior. Difícilmente alguien puede ser un buen mentor al que acudir si no inspira la suficiente confianza. El tutor debe ser alguien confiable, del que se espere respeto hacia la privacidad de los alumnos. Un buen tutor sabe tratar con discreción los asuntos que se tratan en la tutoría y que no va a divulgarlos bajo la forma de cotilleos entre el claustro de profesores.
  3. El tutor debería ser alguien intuitivo. Un buen tutor sabe, por su experiencia como docente y por su propia experiencia vital, identificar aquellos signos que delatan la existencia de conflictos o problemas entre algunos de sus alumnos. Una detección temprana de un conflicto o de un problema puede llevar a una solución pronta y más adecuada de un problema
  4. El tutor debería ser alguien dinamizador. Un buen tutor sabe manejar adecuadamente las dinámicas de los grupos, de forma que logre obtener la mayor participación posible por parte del alumnado. El tutor debe prestar especial consideración a que todas las opiniones sean escuchadas dentro de la tutoría y que nadie se vea silenciado. El tutor también debe contribuir a que la propia dinámica del grupo no degenere hacia una mayor profundización y encono de los conflictos.
  5. El tutor debería ser alguien que esté a disposición del alumnado. El tutor nunca debería ser un profesor que entienda las tutorías como un mero expediente burocrático que hay que cumplir de forma rutinaria. El buen tutor entiende que las tutorías son necesarias para la buena marcha del curso.
  6.  El tutor debería ser alguien que atesore inteligencia práctica. La inteligencia práctica es un concepto creado por Aristóteles en su confrontación con las ideas éticas del platonismo. Para Platón la bondad es ante todo una virtud intelectual, en cambio para Aristóteles la bondad en una virtud práctica. No hace el bien quien sabe lo que es el bien de forma teórica, sino aquel que alcanza a hacer el bien cuando es preciso. Se trata de un tipo de saber que no se puede sistematizar en un recetario sino que es un saber que se adquiere con la experiencia y que permite adoptar las decisiones correctas adecuadas a cada contexto particular. Del mismo modo, el tutor es alguien que sabe que cada grupo al que tutoriza es particular y que tiene su propia dinámica.
  7. El tutor debería ser alguien  conciliador. Un buen tutor no encona más los ánimos sino que intenta buscar mecanismos de mediación que solventen los conflictos.  Un buen tutor escucha todas las opiniones y propone medios para alcanzar acuerdos que sean intersubjetivamente aceptados.
  8.  El tutor debería ser alguien atento a la diversidad. Una de las características más evidentes de los últimos años es la del incremento de la diversidad en las aulas. Cada vez hay un mayor número de alumnos y alumnas que provienen de contextos culturales diversos, que presentan orientaciones sexuales diferentes y que reclaman que las aulas se conviertan en un espacio libre de cualquier tipo de intolerancia. El tutor debería ser alguien comprometido con la inclusividad
  9. El tutor debería ser alguien tolerante. Una de las mejores formas de fomentar la inclusividad en las aulas es la de fomentar dentro de ellas un clima de tolerancia y respeto, de forma que todos se sientan incluidos y nadie desplazado
  10.  El tutor debería ser alguien magnánimo. Un buen tutor es alguien que no es mezquino y se conforma con lo poco, sino alguien que busca emprender proyectos ambiciosos y que no se limita con reducir las tutorías a un tiempo de estudio o de resolución de dudas académicas, sino un tiempo para diseñar proyectos comunes para todo el grupo.

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