2. El estado de la educación en España desde una perspectiva global (II)

 


Para valorar la calidad del sistema educativo español se suelen utilizar modelos de comparación con el famoso informe PISA donde se comparan las destrezas educativas adquiridas por los alumnos españoles en comparación con aquellas que son poseídas por los estudiantes de otros países evaluados en dicho informe. Generalmente el debate se centra en intentar imitar aquellos modelos educativos que presentan mejores indicadores en destrezas matemáticas, capacidad lectora, uso de las nuevas tecnologías etc... así se valora positivamente un modelo como el finés por sus grandes resultados. Dicho sistema educativo, en principio, resulta contraintuitivo pues las medidas que en el se aplican parecen ir en contra del sentido común. Parece que si que lo que se persigue es mejorar los resultados en destrezas matemáticas, lo deseable sería contar con un mayor número de horas de docencia, multiplicar las pruebas de verificación de la adquisición de dichas destrezas o incorporar nuevos contenidos matemáticos a los curricula educativos. Sin embargo, en el modelo finés se hace justo lo contrario; se potencia la autonomía de los centros para diseñar los curricula educativos, se reduce el número de horas de clase, se limitan enormemente los deberes y las pruebas se sustituyen en favor de la adquisición efectiva y no puramente académica de dichas destrezas.  

Quizás la perplejidad disminuye si se analiza la filosofía educativa que subyace al modelo finés : la de perseguir una formación integral del alumnado de forma que esta contribuya al desarrollo integral y a la felicidad del alumno. Para los pedagogos fineses la excelencia académica sólo puede ser el resultado de la implicación del alumno en su propio proceso formativo y la única manera segura de conseguirlo es por medio del diseño de un sistema educativo que permita no sólo adquirir las competencias básicas sino desarrollar aquellas competencias donde el alumno se siente más capacitado y más interesado. Por el contrario, un modelo como el de Corea del Sur garantiza muy buenos resultados académicos pero al mismo tiempo conlleva unos niveles de estrés y de insatisfacción que repercuten muy negativamente en el desenvolvimiento de la personalidad del alumnado al que se le somete a múltiples y exigentes pruebas académicas. 

Sea cual sea el modelo educativo que se quiera implementar en el futuro en España hay que partir de una idea básica: la de que ningún modelo por bueno que sea puede implementarse en el vacío. cada uno de ellos responde a la idiosincrasia de cada país y su aplicación mecánica sólo puede conducir a la frustración si no se alcanzan finalmente los resultados deseados. Primero los políticos deberían centrarse en determinar en qué tipo de sociedad viven y en qué tipo de sociedad futura querrían vivir para luego, en un segundo momento, buscar ideas en modelos educativos foráneos

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